Decía uno de los tres niños que, en la tarde, después de clases en la escuela, decidieron ir al malecón habanero, supongo yo, a pasar el rato jugando con las olas. En cambio yo en la mañana, al ver el tiempo así, decidí también ir a jugar, pero no precisamente con las olas, sino con mi cámara, a tratar de capturarlas. Gracias a ellos logré estas imágenes que les regalo hoy y espero que disfruten tanto como cuando yo me preparaba para enfocar mi lente, solo con previo aviso de uno de los niños diciendo: ¡Ahí viene otraaaa!